Mi último año universitario lo pasé tan cagado de honda que un día bajando del San Cristobal pensé “Me siento tan mal que si me apuntarán con una pistola a la cabeza seguro no me importaría”.
Lo pediste, ahí lo tienes. Dos cuadras más allá se acerca un angustiado directo a pedirme plata, ante mi negativa adivinen qué pasó… Se levanta la polera y me muestra la empuñadura de una pistola. Todo ese abatimiento se fue en un segundo y lo único que pensaba era como salir ileso (sin entregarle nada porque soy cagado). Nos acercamos a las escaleras del metro y de un segundo a otro me dice “Naa era broma” y se va corriendo a hablarle a otra persona.
Aparte del recuerdo de lo inexplicable (o explicable con causas indeterminadas), siempre pienso en lo claro que tenía el querer vivir. Mucho sobre-análisis pero al momento de la verdad no había duda.
Hoy recuerdo con cariño esa época en la que, a pesar de todo, fui enormemente bendecido y me hace ver con diferentes ojos las dificultades que creo enfrentar en la actualidad.
Mi último año universitario lo pasé tan cagado de honda que un día bajando del San Cristobal pensé “Me siento tan mal que si me apuntarán con una pistola a la cabeza seguro no me importaría”.
Lo pediste, ahí lo tienes. Dos cuadras más allá se acerca un angustiado directo a pedirme plata, ante mi negativa adivinen qué pasó… Se levanta la polera y me muestra la empuñadura de una pistola. Todo ese abatimiento se fue en un segundo y lo único que pensaba era como salir ileso (sin entregarle nada porque soy cagado). Nos acercamos a las escaleras del metro y de un segundo a otro me dice “Naa era broma” y se va corriendo a hablarle a otra persona.
Aparte del recuerdo de lo inexplicable (o explicable con causas indeterminadas), siempre pienso en lo claro que tenía el querer vivir. Mucho sobre-análisis pero al momento de la verdad no había duda.
Hoy recuerdo con cariño esa época en la que, a pesar de todo, fui enormemente bendecido y me hace ver con diferentes ojos las dificultades que creo enfrentar en la actualidad.
jajsjs tremenda anécdota
El evento azaroso recalibró tu noción de sufrimiento. Así es la vida. jeje
al final lo que une quiere es dejar de sufrir. y es posible sin pegarse un corchazo, afortunadamente
plot twist: te iba a cogotear de verdad, pero te vio la cara de miedo y le dio penita.